Muchos pacientes que de forma prematura perdieron piezas dentales, o bien que durante muchos años han llevado dentaduras removibles, presentan una casi total ausencia de hueso que imposibilita la colocación de implantes dentales convencionales para su rehabilitación con prótesis fijas.
Hasta hace relativamente poco tiempo, esta pérdida de hueso nos obligaba a tener que colocar injertos óseos de gran tamaño para poder rehabilitar a un paciente desdentado. Actualmente, además de los injertos, podemos ofrecer dos tipos más de soluciones para estos tipos de pacientes: implantes muy cortos e implantes zigomáticos.
En este artículo hablaremos de las principales diferencias entre estas técnicas y la colocación de injertos óseos como paso previo a la colocación de implantes convencionales.
Los implantes zigomáticos son un tipo de implante empleado para rehabilitar el maxilar superior. Estos implantes se anclan en el hueso que hay en la zona del pómulo (hueso zigomático) y por lo tanto es independiente de la existencia o no de hueso bajo la encía.
La cirugía para su colocación es sencilla, sin necesidad de ingreso hospitalario y su principal ventaja respecto al tratamiento con injertos es la posibilidad de realizar una rehabilitación de forma inmediata, en menos de 24 horas, ofreciendo excelentes resultados funcionales y estéticos. El postoperatorio es muy ligero permitiendo al paciente incorporarse a su vida diaria en una semana.
Así pues, respecto a la opción de injertos óseos existe una importante diferencia en cuanto a tiempos de espera para poder llevar una rehabilitación sobre los implantes, ya que se evitan los 6 meses que pueden ser necesarios para colocar implantes en casos de injertos.
Además, en estos casos de gran pérdida ósea sería necesaria la colocación de bloques óseos recogidos de zonas donantes, complicando en exceso el procedimiento quirúrgico y aumentando la posibilidad de complicaciones posoperatorias.
La segunda posibilidad es la colocación de implantes de menor longitud de los habituales, pudiendo llegar a ser de hasta un mínimo de 5 mm. de longitud, con tasas de éxito incluso superiores a los de mayor longitud colocados sobre injertos óseos, sin las esperas ni los riesgos de los injertos.
Están indicados sobre todo en los casos donde solo sea necesario una rehabilitación de sectores posteriores tanto a nivel maxilar como mandibular, pero principalmente a nivel mandibular.
Dr. Daniel Segarra
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra
Cirujano Maxilofacial
Especialista en Otorrinolaringología