No sé si conocen el “Trivial Pursuit”, un juego de mesa muy popular que recomiendo. Entre otras muchas preguntas, plantea una sobre cuál es la enfermedad más frecuente: la respuesta es la caries. Efectivamente, más del 90% de la población padecerá caries u otra patología bucodental a lo largo de su vida. Esto nos lleva a una inequívoca conclusión: tarde o temprano nos toca.
Es cierto que atravesamos una crisis económica, todos lo sabemos. Por eso, intentamos reducir los numerosos gastos que tenemos, y el gasto del dentista no puede ser diferente. Con el fin de hacerlo más asequible, con frecuencia se recurre a seguros dentales o, simplemente, no acudimos.
Se equivocan. La única forma de que nuestras visitas al dentista no supongan un gasto elevado es visitarlo más, y al tratarse de una prestación que compete a la salud, no podemos equipararla a cualquier otro producto de venta; así que elijan al profesional por su nivel de referencia en calidad asistencial, no porque esté incluido en una lista de seguros dentales.
Poniéndose en manos de un buen profesional, se les enseñará a tomar las medidas preventivas necesarias para evitar la aparición de patología y, en el caso de que aparezca, se detectará a tiempo de manera que los tratamientos serán más sencillos y, por tanto, supondrán menor costo.
Al ser la odontología una profesión liberal, hay que tener en cuenta múltiples detalles a la hora de distinguir a los profesionales que se dedican a ella: formación continuada, experiencia, gastos de inversión en nuevas tecnologías, personal auxiliar, instalaciones, materiales, referencias… Es la suma de todos estos elementos y muchos más los que nos permitirán valorar la calidad asistencial.
La odontología en España se sitúa a la vanguardia de la europea. Esto se debe a que somos muchos los profesionales que compartimos el amor por esta hermosa profesión e intentamos, con mucha exigencia personal, mantener el nivel de calidad que nuestros pacientes merecen. Es por ello que intentamos evitar ser sometidos a las reglas que dictan determinadas compañías aseguradoras.
Admito que estas opciones en la odontología puedan ser perfectamente válidas y no necesariamente tengan que ser negativas. Manifiesto mi más profundo respeto a todos los profesionales que se dedican a ellas, pero hay que asumir la diferencia en cuanto a calidad; y lo más importante, como apuntaba al principio, ciertamente no suponen en absoluto la mejor fórmula de ahorro.
Dra. Manuela Campoy
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada
Especializada en Estomatología por la Universidad de Murcia
